El pasado domingo fui a una marcha que inició en el Ángel de la Independencia y terminó en el Caballito de Reforma en contra de la Reforma Energética.
Bajé del metro y corrí como loco puesto que llevaba 10 minutos de retraso, sin saber que se retrasaría por 45 minutos, comencé a caminar, mirar a la gente, escuchar sus gritos y sobre todo mirar que tipo de gente estaba presente.
Me llevé grandes sorpresas, la primera de éstas fue mirar tanto a niños en brazos como a personas de la tercera edad que estaban presentes. Ahí había un señor que me llamó mucho la atención, era un hombre de la tercera edad de nombre Manuel que venía de la Sierra de Guerrero; se notaba que le costó trabajo poder llegar a la ciudad, portaba un traje de manta sucio y viejo y debajo solo unos pies desnudos maltratados y mugrosos, pies desnudos que caminaban sobre un pavimento caliente sin queja alguna.
Después de mirarlo por unos minutos noté que venía solo y al verlo de frente traía una cartulina con un mensaje mal escrito y con pésima ortografía, sin embargo, creo que cualquier persona que lo leyera lo pasaría por alto intentando aguantar las lágrimas. Recuerdo clamarente lo que decía "me he rajado las patas toda la vida por este gobierno, no pasará nada porque lo haga un día por mi patria".
Quedé impactado, impresionado, consternado, preocupado pero sobre todo me sentí orgulloso de la gente y la valentía que tiene este país, la fuerza con la que miles de gritos hacían una sola voz y que cada paso alimentaba la esperanza de un MÉXICO MEJOR.
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